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lunes, 26 de marzo de 2012

Boletín No. 32 Año rotario 2011 - 2012

CRÓNICA DE LA REUNIÓN DEL 20 DE MARZO DE 2012

Como cada martes en punto de las 8:00 a.m., damos inicio a nuestra reunión con el campanazo por parte del Presidente.

Nuestro amigo Edmundo invita a nuestro amigo Arturo a decir la loa a la bandera.

Nuestra amiga Graciela es la encargada de compartirnos la reflexión rotaria y nos invita a tener un pensamiento positivo que nos llena de energía, ya que nos hace solidarios con los demás y empáticos, y parafraseando el lema rotario nos dice: “busca dentro de ti para abrazar a la humanidad” y sellamos esta buena intención con un abrazo entre todos.

Es tiempo de escuchar el pensamiento de la semana en voz de nuestro amigo Lorenzo:

“Más vale perder el tiempo con los amigos… que perder amigos con el tiempo… Por eso pierdo el tiempo con ustedes porque no quiero perderlos con el tiempo…”
Armando Fuentes Aguirre. Catón

En los avisos de compañerismo, Raúl nos recuerda el reciente aniversario de nuestros amigos Maru y Paco, así como nuestros amigos Edmundo y Rocío el próximo 23 y por último celebramos el cumpleaños de nuestro amigo Alfredo el próximo 28 de marzo, ¡¡felicidades!!

Dentro de las obras de servicio, Lupita nos platica lo gratificante que fue la comida de las hamburguesas en el Comedor María Auxiliadora en el que ofrecieron alrededor de 200 hamburguesas y contaron con el apoyo de varios socios.

Llega el momento de escuchar al orador invitado y nuestro amigo Andrés nos presenta a la Mtra. Beatriz de los Ríos para hablarnos del tema “Cambio y Sentido de la Vida”.

Una vez terminada la participación de nuestra oradora, mas varias preguntas por parte de diversos socios, así como la debida entrega de su reconocimiento, nuestro Presidente da por concluida la reunión con el campanazo final.

Esta semana extrañamos a:
1. Luis Altamirano
2. Carl Johan Christensen
3. Carmen de la Piedra
4. Oscar Gutiérrez
5. Rafael Martínez
6. Alfredo Mendiolea
7. Edmundo Ramírez
8. Pepe Saldaña
9. Olga Isabel Santos de Devlyn
10. Luis Sánchez

De todo un poco.

Una gran historia que nos invita a reflexionar que siempre podemos hacer un poco mas.

La joven madre miraba fijamente a su hijo, que estaba muriéndose de leucemia.

Por más que tuviera el corazón lleno de tristeza, también tenía un intenso sentimiento de determinación. Como cualquier padre o madre, quería que su hijo creciera y pudiera cumplir todos sus sueños, pero eso ya no sería posible: la leucemia lo impediría. Sin embargo, ella seguía queriendo que se cumplieran los sueños de su hijo.

Cogió la mano del pequeño y le preguntó:

—Bopsy, ¿has pensado alguna vez qué querrías ser cuando crecieras? ¿Has soñado con lo que te gustaría hacer en la vida?

—Mami, yo siempre quería ser bombero cuando creciera.

Ella le sonrió y dijo:
—Vamos a ver si podemos conseguir que tu deseo se realice.

Ese mismo día, más tarde, se fue al cuartel local de los bomberos de su pueblo, Phoenix, en Arizona. Allí habló con Bob, un bombero que tenía el corazón tan grande como todo el pueblo. Le explicó cuál era el último deseo de su hijo y le preguntó si sería posible que el pequeño diera una vuelta a la manzana en uno de los camiones de bomberos.

—Vamos —dijo Bob—, podemos hacer algo mucho mejor. Si usted tiene listo al niño el miércoles próximo a las siete de la mañana, lo nombraremos bombero honorario durante todo el día. Puede venir al cuartel de bomberos, comer con nosotros y acompañarnos cada vez que salgamos. Y si usted nos da sus medidas, le encargaremos un verdadero uniforme de bombero, con un sombrero de verdad, no de juguete, con el emblema de los Bomberos de Phoenix, un impermeable amarillo como el que nosotros usamos y botas de goma. Como todo eso se fabrica aquí, en Phoenix, lo tendremos muy pronto.

Tres días después el bombero Bob fue a buscar a Bopsy, le puso su uniforme de bombero y lo acompañó al camión, que los esperaba con todo su equipo. Bopsy, sentado al fondo del camión, ayudó a conducirlo de nuevo al cuartel. Se sentía en el cielo.

Ese día, en Phoenix, hubo tres alarmas de incendio, y Bopsy salió con los bomberos las tres veces. Fue en los diferentes vehículos, en el del equipo médico e incluso en el coche del jefe de bomberos. Además, le grabaron un vídeo para el noticiero local.

El hecho de haber visto realizarse su sueño, unido a todo el amor y la atención que le prodigaron, conmovió tan profundamente a Bopsy que vivió tres veces más de lo que ningún médico hubiera creído posible.

Una noche, todas sus constantes vitales empezaron a deteriorarse de forma alarmante y la jefa de enfermeras, que defendía la idea de que nadie debe morir solo, empezó a llamar a todos los miembros de la familia para que acudieran al hospital. Después, al recordar el día que Bopsy había pasado como bombero, llamó al jefe para preguntarle si sería posible enviar al hospital un bombero de uniforme para que acompañara a Bopsy en sus últimos momentos.

—Podemos hacer algo mejor —respondió el jefe—. ¿Quiere usted hacerme un favor? Cuando oiga las sirenas y vea los destellos de las luces, anuncie por el sistema de altavoces que no hay un incendio; es sólo que el personal del departamento de bomberos viene a ver por última vez a uno de sus miembros más valiosos. Y no olvide abrir la ventana de la habitación de Bopsy. Gracias.

Cinco minutos después, un camión llegó al hospital, extendió la escalera hasta la ventana de Bopsy, en la tercera planta, y por ella treparon los dieciséis bomberos. Con el permiso de su madre, todos fueron abrazándolo y diciéndole, uno tras otro, cuánto lo querían.

Con su último aliento, Bopsy preguntó, levantando los ojos hacia el jefe de bomberos:

—Jefe, ¿ahora ya soy un bombero de verdad?

—Claro que lo eres, Bopsy —le confirmó el jefe.

Al oír aquellas palabras, Bopsy sonrió y cerró los ojos.


Hasta la próxima semana.


furmex

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